Caro y Cristian
Un living que tomó vida.
Buenos Aires, año 2025, 25m²
Proyecto y Supervisión de Obra
PH Anabella Sor
Cuando Caro me contactó para diseñar el living-comedor que comparte con Cristian, su marido, Salomé, su hija, y sus dos hijos perrunos, estaban atravesando un momento muy común entre quienes se mudan hace años pero nunca llegan a “hacer propia” su casa.
Vivían allí desde hacía casi una década, pero los espacios no terminaban de reflejar su identidad. Tenían muebles heredados de casas anteriores, piezas compradas con la esperanza de que encajaran y que finalmente no habían funcionado, y una sensación de desorden que no les permitía disfrutar del lugar. Sabían que necesitaban ayuda para darle coherencia a su espacio, encontrar una estética que los representara y, sobre todo, lograr que las diferentes situaciones acompañaran su vida cotidiana.

Este único gesto permitió ordenar toda la pared principal y liberar el espacio.
La mayor y principal decisión, fue sumar un mueble de casi ocho metros que resolvió diferentes funciones: guardado general, soporte para la TV, sector de uso diario y un banco integrado para comer cómodamente.




Además, incorporamos muebles en el sector de entrada que resolvieron su día a día: un mueble zapatero, espacio para mochilas y abrigos, y un sector pensado especialmente para estacionar la aspiradora robot y un espacio exclusivo de planchado. Todo tuvo finalmente “un lugar”.


Definimos paletas de color, materiales y texturas que los representaran. La idea era que su casa dejara de ser un espacio neutro y se transformara en un lugar que los abrazara y contara quiénes son.


Definimos paletas de color, materiales y texturas que los representaran. La idea era que su casa dejara de ser un espacio neutro y se transformara en un lugar que los abrazara y contara quiénes son.
Uno de los pedidos iniciales fue el de un espacio cómodo para que Cristian pudiera ver televisión. Diseñamos ese sector, pensando principalmente en él, pero el resultado les gustó tanto que terminó convirtiéndose en un lugar de disfrute compartido: ahora los tres se sientan allí a pasar tardes de películas juntos.

También sumamos una mesita móvil, para que Caro pudiera trabajar mirando al parque y tener todo a mano: enchufe, espacio para la pava y sus mates. Con el tiempo, la mesita se transformó también en su lugar para coser a máquina mientras mira el jardín.

El resultado final es un hogar que por fin se siente propio. Ya no es una casa de muebles sueltos y decisiones improvisadas, sino un espacio con identidad, orden y rincones pensados para disfrutar.

En este tiempo he recibido más de un mensaje de Caro diciendo “wow, no puedo creer que esta sea mi casa”. Y para mí, acompañarlos en ese proceso fue tan transformador como para ellos habitarlo.


