Sergio
Trabajar en 14m²
Buenos Aires, año 2025, 14m²
Proyecto y Supervisión de Obra
PH Anabella Sor
Cuando Sergio me contactó, venía con una ilusión enorme: había comprado un pequeño departamento en Belgrano, -CABA- que quería transformar en su consultorio psicológico. Le encantaba la ubicación y el estado general del espacio, pero sabía que, tal como estaba, no podía funcionar como él necesitaba: Era demasiado chico, oscuro, no tenía guardado, y el ingreso se daba a través de un pasillo largo y angosto que hacía que todo se sintiera más pequeño.

Su pedido fue claro: crear un consultorio cálido, funcional y profesional, donde pudiera trabajar cómodo, recibir pacientes, estudiar, y disponer de espacios de guardado sin saturar visualmente. Y, ¡además!, que sirviera para que alguna de sus hijas pudiera quedarse a dormir si lo necesitaba.

El proyecto se resolvió a partir de una idea simple y potente: un mueble que recorre el espacio como un abrazo, un único gesto permitió que todo encontrara su lugar.



Este gran mueble, tiene, como primera función "achicar" el enorme pasillo -de 4 metros de largo- con un espejo y espacio de colgado para que los pacientes puedan dejar sus abrigos.


Al ingresar al espacio principal, el mueble se transforma en un sillón bien cómodo para recibir pacientes o descansar entre sesiones, que, a su vez, tiene una cama extensible debajo y guardado superior que resulta imperceptible en una primera mirada.
El escritorio es amplio como para pasar horas en la compu o leyendo. Con espacio de guardado oculto para útiles y elementos de uso diario.

Por otro lado, en la pared que hace el "remate" del espacio, (y la que más se ve al ingresar), sumamos una biblioteca con espacio para sus textos de estudio y objetos decorativos, con guardado inferior, tanto para Sergio como para cuando alguna de las hijas se quede a dormir.



Definimos paletas de color, materiales y texturas que los representaran. La idea era que su casa dejara de ser un espacio neutro y se transformara en un lugar que los abrazara y contara quiénes son.


El otro gran desafío era la oscuridad. Para un consultorio, la luz es casi un lenguaje: tiene que ser cálida, amable, silenciosa. Por eso diseñamos una iluminación indirecta que aparece en la estantería, en el pasillo de acceso y en el escritorio, creando una atmósfera suave que envuelve sin protagonismo.
El resultado es un consultorio mínimo en metros pero enorme en sensación. Un lugar donde cada línea está pensada, cada rincón tiene propósito, y la iluminación termina de dar ese clima sereno que permite que el trabajo terapéutico suceda con calma.
Un consultorio que no sólo funciona: contiene.



